Posesión en Limón


En un pueblo de la costa sur de Limón, donde la selva se encuentra con el mar Caribe y las leyendas locales se entrelazan con las sombras de los árboles, vivía una muchacha llamada Mariela. Ella, curiosa por naturaleza, había escuchado cuentos e historias sobre un antiguo ritual traído de las antillas que, según decían, otorgaba poder y conocimiento a quienes lo realizaban. Sin embargo, también se susurraba que este ritual estaba maldito, pues invocaba fuerzas oscuras más allá de la comprensión humana.


Una noche, impulsada por un deseo insaciable de descubrir más sobre el ritual, Mariela se adentró en la espesura de la selva con un viejo libro que había robado de la biblioteca de su abuelo. El libro estaba lleno de símbolos extraños y advertencias en un idioma que pocos conocían en su pueblo. Después de caminar durante horas, llegó a un claro rodeado de árboles que parecían murmurar entre sí.


Siguiendo las instrucciones del libro, Mariela dibujó un círculo en el suelo con tierra y hojas secas, colocó velas blancas en su perímetro, y comenzó a recitar las palabras que había estudiado y memorizado. En un principio, no ocurrió nada, pero a medida que repetía el cántico de sus oraciones, el aire comenzó a vibrar, la humedad de la zona desapareció y una brisa helada se levantó de la nada.


De repente, las velas se apagaron y una oscuridad profunda envolvió el claro. Mariela sintió como si algo invisible la observase, una presencia maligna y poderosa. Antes de que pudiera reaccionar, un dolor agudo recorrió su cuerpo y cayó al suelo, convulsionando. En ese momento, algo oscuro se apoderó de ella.


En los días siguientes, al volver a su pueblo, el comportamiento de Mariela cambió drásticamente. Sus amigos y familiares notaron como parecía desconocer a todos, que su voz había adquirido un tono diferente, más grave y amenazante. Sus ojos, una vez llenos de curiosidad y vida, ahora estaban vacíos, como los de un depredador acechando en la oscuridad. Comenzó a hablar en lenguas que no se hablaban desde décadas atrás, dibujando símbolos extraños en las paredes de su casa.


Desesperados, sus padres buscaron la ayuda de un sacerdote local, quien accedió a realizar un exorcismo. Durante el rito, Mariela se retorcía y gritaba con una fuerza sobrehumana, mientras el cura recitaba oraciones con voz temblorosa. Finalmente, con un grito desgarrador, la entidad que la poseía pareció abandonar su cuerpo.


Sin embargo, el alivio fue efímero. Justo cuando todos pensaban que Mariela estaba libre de aquel demonio, ella abrió los ojos y esbozó una sonrisa macabra. La entidad había dejado su cuerpo, pero no sin antes plantar una semilla de oscuridad en su mente. En un acto inesperado y trágico, Mariela se lanzó hacia el sacerdote, arrebatándole el crucifijo de las manos y huyendo hacia la selva.


Nunca la volvieron a ver. La gente del pueblo todavía cuenta la historia de Mariela, advirtiendo a quienes se aventuran en la selva que no deben seguir las voces que llaman desde las sombras. Algunos dicen que en las noches de luna llena, se puede escuchar el eco de su risa en el viento, un recordatorio de que hay fuerzas más allá de nuestro control, siempre vigilantes, siempre esperando.

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