El Susurro de un Lamento


La siguiente es la historia del espíritu de un joven que se comunicó con sus familiares por medio de una medium después de desaparecer en un viaje en un bosque cerca de un volcán:


Llegué a las faldas del volcán (...) con gran entusiasmo. La majestuosidad de aquel cono, con su cumbre envuelta en nubes y su aire cargado de misterio, siempre me había atraído, lo saben. La noche cayó rápidamente mientras armaba mi tienda, el silencio roto solo por el ocasional crujir de ramas bajo mis botas y un suave susurro del viento.


La primera noche fue tranquila, aunque algo inquietante. La oscuridad en el bosque es absoluta, una negrura que parece devorar todo a su paso. Sin embargo, el cansancio del viaje me permitió conciliar el sueño rápidamente. 


La segunda noche, el sueño no sería tan fácil de encontrar. Me desperté bruscamente al escuchar un crujido fuera de mi tienda. Un sonido seco, como si alguien estuviera pisando ramas secas deliberadamente. Mi corazón latía con fuerza mientras escuchaba atentamente, esperando escuchar nuevamente ese sonido para confirmar que no era mi imaginación. Pasaron unos minutos, y el crujido se repitió, esta vez más cerca. 


Decidí salir de mi tienda para investigar, armado solo con una linterna y un cuchillo de caza. La luz de mi linterna cortaba la oscuridad, revelando solo árboles retorcidos y arbustos. No había nadie. Volví a la tienda, intentando calmarme, pero el sueño ya no regresaría esa noche.


La noche siguiente, el crujido comenzó de nuevo, esta vez más persistente y cercano. Sentí una presencia, algo que no podía ver pero que sabía que estaba allí. El miedo me paralizaba, pero nuevamente decidí salir. Esta vez, el crujido no cesó cuando abrí la tienda. Más bien, se intensificó, como si aquello que lo producía se sintiera desafiado.


Apunté con la linterna en todas direcciones, mi respiración entrecortada resonando en la noche. Finalmente, vi algo moverse entre los árboles. Era una figura humanoide, pero distorsionada, como si su piel estuviera pegada a sus huesos de manera antinatural. Sus ojos, carentes de vida, brillaban con un reflejo enfermizo.


Retrocedí y sentí el pánico apoderándose de mí. La figura avanzaba, y entonces lo escuché. Un susurro gutural y poco legible de una voz que no debería existir: "Eres mío". Sus palabras ya no eran un simple sonido; era una cacofonía de gritos y lamentos. No podía escapar. Intenté correr, pero la figura me seguía, siempre a una distancia que parecía burlarse de mis esfuerzos.


Finalmente, tropecé y caí, mi linterna quedó rodando lejos de mí. En la penumbra, vi cómo la figura se cernía sobre mí. Sentí sus manos frías y huesudas agarrar mis brazos, su aliento fétido en mi rostro. Comenzó a susurrar, palabras ininteligibles que llenaban mi mente de terror puro.


Mis gritos resonaron en la noche, pero nadie estaba allí para escucharme. La figura se encontraba sobre mi, y la agonía que siguió no puede ser descrita con palabras. Mi sangre empapó el suelo húmedo y frío, y mientras sentía como me arrancaban mis viceras, mi visión se desvaneció, dejando solo la oscuridad.


No vayan allí por favor, no me busquen. No cometan el mismo error que yo... 

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